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¿Qué es la empatía? Mucho más que ponerse en el lugar del otro

¿Qué es la empatía? Es mucho más que ponerse en el lugar del otro.

Si te interesa la Inteligencia Emocional estoy segura de que ya habrás leído un montón de artículos acerca de la capacidad de empatizar así que no voy a extenderme demasiado en definiciones o explicaciones acerca de ella.

Me gustaría centrarme más bien en los aspectos más prácticos de la empatía.

Para mí es la habilidad estrella dentro de las competencias interpersonales de la Inteligencia Emocional, podríamos decir que es la base. Si sabemos empatizar de verdad seremos mucho más hábiles a la hora de usar cualquier otra.

Suele decirse que empatizar es ponerse en la “piel” o en los “zapatos” de nuestro interlocutor; para mí es mucho más que eso.

Resulta sencillo pensar o imaginar cómo nos sentiríamos nosotros si fuésemos él/ella; y si además nuestra emoción o estado de ánimo en ese caso es parecido al suyo entonces le comprendemos. Esto no es empatía, es Simpatía. Y es muy fácil simpatizar.

Es mucho más complicado empatizar y a la vez muy sencillo si sabes cómo colocarte en estado “receptor de información”.

Empatizar es LEER.

Leer a dos niveles, intelectual y emocional. Es comprender en profundidad su mensaje y ser capaz de leer también sus emociones, las que muestra y las que oculta.

La biología nos apoya en esto. Gracias a nuestras neuronas espejo, tan importantes para el aprendizaje, si observas a otra persona manifestar una emoción, en tí se activarán las mismas áreas del cerebro que se activaron en él/ella.

Pero, ¿qué podría impedir que recibamos toda esta información? Básicamente dos cosas: nuestro mapa y/o nuestras propias emociones.

Quizá una situación que yo viví hace algún tiempo ilustre esto que te cuento:

Hace tiempo trabajaba en una gran multinacional. Estoy sentada frente a la directora del departamento en la reunión anual de revisión de objetivos. La directora se deshacía en alabanzas, “has cumplido tus objetivos de forma excelente, eres una trabajadora responsable, eficaz, contribuyes al buen ambiente laboral” y un sin fin de buenas palabras.

Tras escucharla y agradecerle sus palabras le comenté que quería aprovechar la ocasión para solicitarle reducción de jornada ya que consideraba que mi hija menor me necesitaba y nuestra jornada laboral era maratoniana. Ella cambió completamente su discurso; yo ya no era excelente, ni responsable, ni nada de eso; más bien ya no era nadie, y “nadie” iba a darle problemas. Se dirigía a mí con una gran carga emocional de enfado. El mensaje, además de poco respetuoso venía a decir algo así como “¿Pero tú quién te has creído que eres?”

¿Cómo crees que la empatía pudo ayudarme en una situación como esta?

Repasemos: para poder “Leerte” de forma completa y eficaz tengo que quitarme yo de en medio, es decir, no te puedo leer si mis miedos, mi enfado, mi mapa, mis juicios o cualquier otra cosa se interponen. Primero tengo que centrarme en tí, para, posteriormente, poder darte la respuesta más adecuada.

Al centrarme en ella pude observar las emociones que hacían que se comportara de ese modo. A simple vista estaba enfadada pero bajo su enfado estaba el miedo, miedo a las consecuencias, miedo a su jefa, miedo a su imagen. Y el miedo hacía que me atacase.

En esta ocasión yo decidí no atender a su enfado si no a su miedo y opté por ofrecerle seguridad, todas las seguridades que necesitó hasta que el enfado desapareció.

Finalmente la situación se resolvió de forma satisfactoria para mí pero además de esto yo aprendí muchísimo con la experiencia, aprendí de ella, de mí y de la naturaleza humana.

La empatía es extremadamente útil en nuestras relaciones con los demás, siempre que sepas empatizar sin dejarte arrastrar por la carga emocional del otro porque,  en ese caso, estaríamos hablando de contagio emocional.

Nos “contagiamos” de las emociones de los demás en función de varios factores, entre ellos nuestra sensibilidad o el tipo de relación que tengamos con el otro. Cuanta más cercana es la relación o más nos importe la otra persona más fácil será que sus emociones se nos “peguen”.

De esto también nos podemos proteger, de hecho resulta conveniente ya que si quiero apoyar al otro es bueno que sienta su emoción sin verme arrastrado por ella. Si entro en el mismo estado emocional en el que el otro se encuentra, ¿cómo voy a apoyarle? Este escudo protector frente al contagio emocional se llama CONFIANZA pero este es un tema del que hablaremos en otra ocasión.

¿Te animas a trabajar la empatía?

🙂