Conflictos familiares: Ejemplos y soluciones

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Seguro que tu familia es importante para ti, ¿me equivoco? Los quieres y deseas lo mejor para ellos. Sin embargo, en ocasiones, ese amor no es suficiente para evitar los problemas. Esto puede provocar dolor, frustración, impotencia y otras emociones que terminan afectando al buen ambiente familiar.

Vamos a ver algunos ejemplos de conflictos familiares que suelen aparecer y de qué forma la inteligencia emocional y el particular el manejo de nuestras propias emociones junto a la inteligencia social aumentará las probabilidades de gestionar dichos conflictos. Contribuyendo a la mejora de las relaciones en casa y, poco a poco, avanzando para solucionar estos problemas familiares.

La mediación familiar

Seguro que, en más de una ocasión, ante un conflicto familiar, te habría gustado contar con la figura de un mediador. Una persona con la objetividad y habilidades suficientes para encontrar el consenso. Un enfoque imparcial que le permita ver objetivamente el conflicto y encontrar el modo en que ambas partes se sientan cómodas con el resultado obtenido.

¿Y tú?, ¿dispones de dichas habilidades? No siempre podemos disponer de esa mediación familiar, de una figura externa que nos “eche un cable” en la resolución de conflictos familiares, por eso puede ser interesante crear recursos personales relacionados con este tipo de situaciones, ¿no crees?

Problemas de convivencia familiar

La convivencia suele traer conflictos de familia, a fin de cuentas, somos personas diferentes con visiones y objetivos, a veces contrapuestos.

Esto suele generar fricción y si no disponemos de las habilidades necesarias podemos entrar en discusiones acaloradas en las que la mala gestión de nuestras propias emociones empeore la situación a tratar.

¿Te ha pasado alguna vez que has intentado abordar un conflicto con tu pareja, tus hijos o tus padres y al final han sido las propias emociones las que han empeorado la situación? Es muy habitual que esto suceda. En dichas ocasiones terminamos perdiendo perspectiva de la situación a tratar y nuestras emociones terminan tomando las riendas de la situación. Esto es algo habitual en los problemas de convivencia familiar y, cómo habrás podido ver, suele acabar bastante mal.

Después, al revisar la situación solemos sentir culpa porque quizá hicimos o dijimos algo que no queríamos decir, además, solemos sentir frustración porque no logramos alcanzar el objetivo e inseguridad de cara al próximo conflicto familiar. Finalmente solemos tirar la toalla, nos rendimos y acumulamos resentimiento. Y ya sabemos cómo deteriora nuestras relaciones el rencor.

conflictos familiares

Resolución de conflictos familiares

Bien, pues tras este pequeño análisis sobre las consecuencias veamos algunas pautas básicas por las que comenzar.

  • Acepta. Uno de los principales hándicaps a la hora de mantener el control de nuestras emociones es la resistencia ante lo que sucede. Creemos que aceptar es resignarnos y para evitarlo tendemos a adoptar una postura más rígida. Ese estado de resistencia solo provocará más enfado. Necesitas la calma que te proporciona el asumir plenamente una situación para pensar en el mejor modo de resolverla.
  • Empatiza. Creemos que la empatía solo sirve para ayudar a los demás, pero esa es solo una de sus aplicaciones. La empatía es la capacidad para comprender en profundidad al otro, tanto intelectual como emocionalmente. La empatía es la herramienta que nos proporciona información, y necesitamos esa información para reaccionar de la forma más adecuada. Por eso es fundamental utilizarla para la resolución de conflictos.
  • Expresa tu punto de vista sin atacar. Esto es complicado en ocasiones. Pero piensa que necesitamos que la persona que está frente a nosotros esté abierta al diálogo, que sea receptiva. Y no hay nada más eficaz para que otra persona se “atrinchere” en su postura que sentirse atacada, por lo tanto, nada de juicios.
  • Pon límites. La asertividad es la herramienta “estrella” para la resolución de conflictos de familia. Consiste en abordar situaciones conflictivas desde el respeto, hacia ti y hacia el otro. Puedes ser firme sin llegar a la agresividad, puedes exponer la situación sin juicios de valor y por supuesto que puedes comunicar e intentar buscar el consenso con una actitud tolerante y conciliadora. Abordaremos la asertividad con más detenimiento en otra ocasión.

Solucionar problemas familiares

Cambiar los automatismos que se activan en situaciones conflictivas, sobre todo cuando hay patrones muy marcados, es complicado, pero es cuestión de práctica. Piensa en los beneficios que te puede aportar solucionar problemas familiares. El buen manejo de nuestras relaciones no solo aporta calidad de vida, también contribuye a una sana autoestima.

3 ejemplos de conflictos familiares

Ahora bien, ¿Cuáles suelen ser los principales conflictos dentro del ámbito familiar? Por mi experiencia acompañando a personas en este tipo de situaciones, suelen ser tres las situaciones más frecuentes:

  • Conflictos en la pareja. Hay numerosas situaciones en las que, los distintos puntos de vista o escala de prioridades provocan fricción. Conflictos a nivel doméstico, educación de los hijos, reparto de tareas, diferencias de personalidad o intereses, etc. Aquí nuestras habilidades de comunicación y el control de nuestras propias emociones será fundamental. A fin de cuentas, la calidad de la relación de una pareja está muy condicionada por la capacidad de llegar a acuerdos.
  • Conflictos entre padres e hijos. Cuando nuestros hijos van creciendo y continúan dentro del hogar, se hacen cada vez más evidentes los diferentes objetivos, y esto provoca problemas familiares entre padres e hijos. Quizá les cuesta asumir responsabilidades domésticas, piden más libertades de las que nosotros consideramos razonables o dejan de escuchar nuestros consejos o de acatar nuestras normas. En este tipo de situaciones necesitamos actualizar nuestros paradigmas asumiendo que necesitamos estrategias adaptadas a su edad y circunstancias.
  • Conflictos con nuestros padres y/o hermanos cuando somos adultos. Podríamos pensar que, al iniciar nuestro propio proyecto de vida los conflictos de familia desaparecerán. Puede que se reduzcan, pero ellos siguen siendo ellos y nosotros también somos los mismos por lo que, aunque ya no vivamos en casa seguirán apareciendo situaciones conflictivas. Si tenías un padre autoritario o una madre que tendía a invadir tus límites, ¿crees que cambiarán solo por el hecho de que te hayas independizado?
conflictos de familia

Pasos para resolver un conflicto familiar

Es complicado ofrecer “soluciones estándar” para abordar un conflicto familiar, sobre todo porque cada caso es diferente y tendremos que adaptarnos, pero vamos a intentar establecer unas pautas genéricas.

  1. En primer lugar, analiza la situación lo más objetivamente posible.
  2. A continuación, traza un plan de acción que sea razonable y mantén el control sobre tus expectativas.
  3. Utiliza la empatía para recopilar información. Investiga con preguntas para hacerte una composición lo más completa posible sobre la postura del otro.
  4. Cuando expongas tu punto de vista hazlo sin atacar, de forma clara y concreta y, si procede hacer una petición pónselo fácil al otro, di lo que quieres o lo que esperas sin ambigüedades.
  5. Termina la interacción con un enfoque positivo de la situación, muestra tus buenas intenciones o actitud para que juntos lleguéis al entendimiento.

Conclusiones

Los conflictos son necesarios porque nos ayudan a crear nuevos recursos, como por ejemplo, algunos de los que hemos tratado:

  • La empatía
  • La asertividad
  • La capacidad de analizar de forma objetiva una situación sin que nuestras emociones nos dominen.

No olvides que merece la pena invertir en desarrollar habilidades para cuidar las relaciones que más nos importan. Y recuerda que, aunque no sea sencillo, es cuestión de práctica y perseverancia mejorar los conflictos familiares. De hecho, cuando veamos resultados, nuestra motivación aumentará y será cuestión de tiempo que también aumente el nivel de bienestar y armonía en casa. ¡A por ello!

Y si quieres saber más, puedes leer nuestro artículo sobre ¿Qué es la gestión emocional?

Consejos para el miedo infantil

Si tienes hijos o alumnos dentro de la etapa infantil seguro que sabes de qué forma sus miedos pueden llegar a convertirse en una limitación a muchos niveles. Hoy vamos a entender un poco mejor cómo es el miedo durante la infancia, para que puedas apoyarles en la gestión de esas inseguridades que a menudo les bloquean.

También veremos algunos consejos para el miedo infantil. Estas pautas que puedes aplicar te serán muy útiles para que sean ellos mismos los que puedan crear los recursos que les ayudarán a superar las limitaciones propias de esta emoción.

Miedos infantiles por edades

Esta emoción, desde un punto de vista biológico, es adaptativa y necesaria, además de inevitable. Por eso encontramos diferentes miedos infantiles por edades y reconociendo esta emoción en nuestros hijos desde su más tierna infancia.

El miedo nos cuenta que no tenemos recursos ante una amenaza ya sea real o imaginaria. Esa desproporción entre recursos y amenaza suele bloquearnos impidiéndonos afrontar la situación y superarla.

El miedo en bebés

Cuando son bebés (a partir de los seis meses), y durante sus primeros años de vida sus miedos fundamentales estarán relacionados con ruidos fuertes, personas extrañas, dolor físico, separación de sus figuras de apego y, en ocasiones, también a ciertos animales.

El miedo en la infancia

Durante la segunda etapa de la infancia, los miedos se vuelven un poco más complejos ya que aparece una variable muy propia de esta edad: la imaginación. Por este motivo es muy habitual observar en nuestros hijos otros miedos como el miedo a la oscuridad o a seres sobrenaturales.

Por eso, tiene sentido pensar que, si la imaginación de nuestros hijos es la que provoca sus miedos, puedan utilizar la propia imaginación para abordar la situación.

Si quieres profundizar en este tema, puedes leer nuestro artículo sobre la imaginación y los miedos en los niños

Y en esta escena de la famosa película Patch Adams tienes un ejemplo de cómo hacerlo. Ver video

miedos normales en la infancia

Miedos normales en la infancia

Todos los miedos mencionados son normales y naturales, pero, por supuesto, podemos desarrollar recursos para apoyarles de forma que aprendan a gestionarlos. En primer lugar, vamos a trabajar sobre nosotros, los adultos.

Pregúntate: ¿cómo reacciono yo cuando mi hijo tiene miedo infantil?, ¿qué emoción o emociones surgen en mí? Estas preguntas son importantes ya que si tus propias emociones te limitan resultará más complicado que puedas apoyarles.

Si ya tenemos la capacidad para reaccionar desde la calma, ahora podemos iniciar una fase de exploración en la que vamos a intentar descubrir qué significa realmente para mi hijo su miedo.

Sin esta fase de exploración va a resultar mucho más complicado elaborar un plan de acción adaptado a sus características y necesidades y así, crear el recurso necesario que les dé seguridad. Es importante entender que una misma amenaza no representa lo mismo para diferentes personas.

Un ejemplo de temores infantiles

Imagina que estás en el parque con tu hija de 6 años. Ha subido a un tobogán y cuando está arriba se queda paralizada por el miedo y no logra bajar. ¿Cómo la acompañarías en la gestión de la situación?

Seguro que, frente a este tipo de temores infantiles, muchas personas se acercarían a su hija y le ofrecerían directamente una solución, por ejemplo, “venga, tírate, no tengas miedo, yo te espero abajo”. Lo habitual suele ser que nosotros les ofrezcamos la “solución” a su problema sin explorar.

Si aplicamos la técnica de la exploración podríamos empezar validando su emoción para reducir la angustia (Por ejemplo: “Entiendo que tengas miedo, está muy alto, ¿verdad?) y a continuación podemos preguntarle qué cree que puede pasar si se tira para descubrir lo que la situación representa para ella (puede darle miedo la velocidad, o la altura, o el aterrizaje…).

Después podemos preguntar qué cree que necesita para sentirse más segura. Esta pregunta es fundamental, aunque en la mayoría de las ocasiones no sepan qué responder. Con este tipo de pregunta activamos su hemisferio izquierdo alejándolos del secuestro emocional y, por lo tanto, del bloqueo.

Si son incapaces de encontrar una respuesta les podemos dar diferentes opciones para que elijan. Es muy importante, sobre todo si queremos que vayan creando sus propios recursos, que no se lo demos todo pensado. Recuerda que queremos que activen su parte racional para que salgan de la parálisis y puedan avanzar.

miedos infantiles por edades

Consejos para trabajar el miedo infantil

Veamos ahora, a modo de resumen, algunas alternativas que podemos practicar en lugar de simplemente dar un consejo o indicación cuando nuestros hijos se bloquean ante el miedo:

  • Escúchale atentamente en lugar de darle una solución inmediata a su miedo. No todo es actuar, piensa que con una escucha activa ya estás comenzando a trabajar el miedo infantil.
  • Valida su emoción, muestra comprensión y, si la situación lo permite, ponle un ejemplo personal de características parecidas para que normalice.
  • Explora. Hazle preguntas, profundiza para descubrir qué representa para él o ella la situación o amenaza. Esta será la clave para crear el recurso. Por ejemplo: No es lo mismo que mi hijo tenga miedo a la oscuridad porque piense que se puede tropezar y caer que porque piense que un terrible monstruo se esconde entre las sombras. Por lo tanto, el recurso tampoco será el mismo.
  • Elaborad juntos un plan de acción. Dale el protagonismo en la búsqueda de las distintas opciones y descubrirás que son capaces de buscar soluciones muy originales. Y si son ellos mismos los que las crean y les funcionan no solo desarrollarán más autonomía, esto también contribuirá de forma positiva en su autoimagen y autoestima.

Conclusiones sobre el miedo en la infancia

Es fundamental que nuestros hijos sean autónomos en la gestión de sus miedos ya que esto les permitirá convertirse en adultos capaces de avanzar y superar limitaciones. Para ello deben encontrar su forma particular de crear el recurso, adaptado a su personalidad, su edad o la situación que viva en ese momento.

Nosotros podemos desempeñar un papel fundamental en el miedo infantil si, en lugar de ofrecerles la “solución”, los acompañamos a descubrir qué significan para ellos sus miedos y qué necesitan para superarlos.